Bienvenidos a mi blog Edgar Gutiérrez Gómez

26/8/12

El existencialismo ateo



Las raíces existencialistas abarcan a una historia de la filosofía antigua, desde la evolución del hombre como homo sapiens; puesto que la preocupación constante que arrastra al hombre hasta la actualidad es sobre su existencia, diferenciándose de los demás seres vivos, a la cual él mismo la domestica y sacrifica en nombre de la buena alimentación recomendada por los nutricionistas y especialmente por los biólogos, que deberían preservar la vida de todo ser vivo con las cuáles convivimos. Se condena la cacería furtiva de animales silvestres con la justificación de las leyes que penalizan tal hecho; sin embargo, no existen leyes que penalicen el asesinato de animales domesticados que están más cerca al hombre y con ellos convive.
Al margen de las concepciones asumidas ante el mundo, la vida misma es una existencia en relación con otros seres vivos con quiénes lidiamos a diario, cumpliendo las leyes darwinianas de la supervivencia del más fuerte. El cartel de existencialistas trazadas por Sartre en su discurso que: El existencialismo es un humanismo clasifica a varias personalidades de talla internacional para rotular o ubicar dentro de su corriente existencial, específicamente en relación al existencialismo ateísta que es Heidegger y él mismo como la quimera en Francia. Finalmente resumir que la única filosofía viva de los tiempos actuales es el marxismo en la cual Sartre intenta la fusión de los dos, ésta sería la mejor forma de rejuvenecer al marxismo con cierta dosis de existencialismo.
Los cafés parisinos fueron refugios de los grandes debates existencialistas en el tiempo de Sartre, muchos cuestionan que en la actualidad dejó de ser parte de la moda del paradigma filosófico existencial. Sin embargo, los cafés del mundo incluyendo la nuestra sigue siendo la escena del mejor romántico existencial, tal vez, para culminar en un fatalismo imaginario de muchas cosas que se quedaron pendientes en la mejor época del hombre por las cuáles vive añorando en las parlas del café actual, combinando con otros cocteles que saborea la existencia del hombre.  Siempre termina el día o la noche que mañana será otra forma de vida, idea, realidad, cambio; consiguientemente sigue igual, como el eterno retorno de Nietzsche. El hombre moderno, postmoderno, actual como se le denomine, sigue siendo parte del sentido común de los demás que ya existieron; pues dedican la vida a una novela realista, ejemplo de unos cuantos individuos que están de prototipo social para los demás, millones que imaginan un mundo fantástico fuera de sí.
Así como lo afirmara el autor de La náusea, Las moscas (Sartre); nos hemos sumido en la fijación de la libertad ante un pensador actual como guía que ilumina el camino que ésta teoría es la mejor que esquematiza a la política actual en el mundo, de ser los mejores modelos de sociedad; finalmente nunca termina el modelo basado en ideales, porque para tal, esa teoría ya está desfasada. Desde los albores de la humanidad siempre se ha buscado la libertad que hasta ahora ni se asoma; muchos políticos e intelectuales “parodian” que en una sociedad democrática existe la plena libertad, esto se remite a algunas sociedades donde se vislumbra atisbos de la dictadura de un pequeño sector de la sociedad que tiene el poder sobre la gran mayoría.

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