Bienvenidos a mi blog Edgar Gutiérrez Gómez

17/4/12

No hay nada

El hombre para entablar una conversación se guía con el sentido común; puesto que, es la forma de abordar a nuestro semejante: ¿cómo estás? ¿Cómo va la familia? ¿Bien de salud? Yo bien, y tú…, y así nuestra vida cotidiana pasa desapercibida para toda la humanidad que no sabe para qué vino a este mundo. Otros viven muy acelerados que no encuentran tranquilidad alguna dentro de su existencia, siempre está haciendo algo para dejar de pensar en su yo interno.
Muchos tiene miedo de pensar sobre sí mismo, sobre nuestra existencia del sin sentido y absurdo; puesto que necesariamente tenemos que morir. Sin embargo, el hombre no renuncia a las cosas materiales que tanto, lo ha sumido de su existencia real. La nada no existe, no podemos ver, por tanto, ni siquiera se debe pronunciar. ¿Qué estás haciendo? – Nada - ¿quién fue? – Nadie -, éstas formas de vida fueron tomadas como materia de inspiración filosófica de varios filósofos desde la antigüedad hasta nuestros días como: Parménides con la idea del Ser y no ser, Sartre con El ser y la nada, donde plantea su teoría existencial representando al existencialismo francés luchando por la búsqueda de la libertad absoluta contraviniendo las normas morales como ataduras sociales, especialmente para la gran mayoría y accesibles para las minorías. Conocemos tal vez, la más antigua de la Mitología: La odisea, Ulises frente a Polifemo se hace llamar Nadie. El cíclope le pide al oriundo de Ítaca que le revele su identidad; es el precio por el acuerdo de hospitalidad que él le ofrece. Ulises responde que se llama Nadie (Oútis).
Con la premisa de que no hay nada, no existe nadie, no hay nada después de la muerte, no hay nada más allá, la nada es la nada, es el conjunto nulo y otras nadas. El ser es la que existe, y la nada no existe y con este juicio, Empédocles se lanzó al volcán Etna con la esperanza de convertirse en un Dios, pero una de sus sandalias de bronce salió expulsada por las llamas como confirmación de su mortalidad. Si la nada no existe, entonces porqué el individuo busca la inmortalidad. Justamente para ser inmortales es necesario morir, confirma que la materia es inmortal, pero esta parte de la teoría solo se equipara con el materialismo histórico y dialéctico; sirve de guía y patrón otras experiencias para estar seguro de que nuestra muerte será como fue de fulano, especialmente la muerte de los filósofos en la historia universal es llamativo iniciando con Sócrates que desestimó la ayuda de sus discípulos especialmente de Critón.
Ser filósofo es aprender a morir que es un principio antiguo, Tales afirmó que no hay diferencia entre la vida y la muerte; le replicaron, entonces ¿por qué no se muere? – respondió, porque no hay diferencia. Sólo sé, que nada sé, Sócrates ironizó su sabiduría declarado por Oráculo de Delfos como el hombre más sabio; sin embargo, no hay nada, entonces todo cuanto existe es la nada, los bienes, estudios, éxitos, fracasos y otras cosas materiales incluyendo la vida misma es una nada; porque terminará siendo parte de la naturaleza de la cual arrebatamos para satisfacer los peores sacrificios y deseos de la ambición del hombre. Finalmente la naturaleza logra poseer lo que siempre era de él, siempre terminaremos en su seno de la naturaleza y escalando las vías de la ley de la dialéctica nos convertimos en naturaleza.
No hay nada, pues el hombre no lleva nada, absolutamente nada, vino sin nada y se irá sin nada, felizmente ahí estará la igualdad, que no hay diferencia para después de la muerte. Hombre que nunca piensa en la muerte y lucha incansablemente por poseer todo cuanto existe sin darse cuenta que jamás será eterno. J. P. Sartre respondió cuando le preguntaron sobre la muerte ¿La muerte? No pienso en ella. No tiene sitio en mí vida; más de cincuenta mil personas asistieron a su funeral. No pensamos en la muerte, habría que imaginar quiénes estarán en nuestro funeral, posiblemente no habrá nada, porque es la nada. La naturaleza reclama lo que nos dejó vivir por tantos años como visitantes de este mundo y así sucesivamente, como el eterno retorno de F. Nietzsche, quien realizó un largo proceso demencial y gradual descenso al olvido tras besar a un caballo en Turín.
Yo no entiendo nada, todo aquello es para nada, no se deja entender; pues muchos filósofos no se dejaron entender con sus pensamiento como Hegel, pero admirado como la última etapa de la filosofía moderna. Hegel terminó en la nada con una epidemia de cólera y sus últimas palabras fueron: “solo un hombre me ha comprendido…, y aun él creo que no me comprendió” (supuestamente se refería a él mismo) definitivamente el hombre deja este mundo sin comprender nada a nadie, finalmente nunca se entiende así mismo, menos entenderá a otras personas que también están luchando por entender y entenderse con su problema existencial.
Sócrates, el hombre sabio que no sabe nada, habiendo invitado a cenar a ciertas personas ricas, como Jantipa (esposa de Sócrates) tuviese rubor de la cortedad de la cena, le dijo: “No te aflijas, mujer, pues si ellos son parcos, lo sufrirán; y si comilones (torpes), nada nos importa”. Decía que otros hombres vivían para comer; pero él comía para vivir. Los atenienses condenaron a la muerte a Sócrates siendo seres humanos semejantes a todos nosotros, él, le replicó que a ellos la naturaleza les condenó a la muerte. Morir condenado por otros seres humanos creyéndose o haciendo justicia con sus morales establecidas es el peor delito que cometen en nombre de su propia letanía de buscar la sociedad perfecta. La muerte injusta de Sócrates no podía ser justa según él, le dijeron a Sócrates que están hablando mal de él,-replicó, entonces cuando sabía hablar bien. Justamente estamos acostumbrados a juzgar a los demás anteponiendo nuestra forma de ser, o, deseamos que sea como nosotros a nuestra imagen y semejanza a la medida de la forma de pensar y actuar; cuando ocurre lo contrario nos desesperamos e iniciamos el ataque con el propósito de destruirlo; fiel estilo de la obra Leviatán de Thomas Hobbes inspirado en el monstruo de la biblia, específicamente en el libro de Job.

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