En la vida diaria el voluntario es sinónimo de buen samaritano, está dispuesto a todo por todos a veces a cambio de nada; pero, prima más la prebenda anterior en retribución a una hipoteca favorecedora. Hay voluntarios en todos los niveles y para gustos diferentes como: servicio militar voluntario, participación voluntaria, voluntad de trabajar, voluntad de servir, voluntad de creer, etc., muy bien ubicado en el pensamiento de Schopenhauer con tendencia al fatalismo. Nuestra realidad está a la medida de los voluntarios, puesto que hay quiénes sólo se empeñan a mandar o dirigir para cuando su mando o dirección está mal dirigido el culpable es el voluntario.
El ser humano se resiste aceptar su concepto absurdo del vivir, arguyendo que son científicos y otras raras justificaciones a su inútil vivir en este mundo, para que finalmente se embauquen en el torrente de la filosofía existencialista. Ahí donde la vida no tiene sentido se preguntan constantemente de su pasado y su futuro incierto, pero con la esperanza de ser progresista con un ánimo triunfalista hacia los demás voluntarios, probablemente sin los voluntarios se siente amenazado su trascendencia efímero en su ilusorio reinado del mal, tal como lo llamarían a Hitler. Habría que cuestionar, también a los catalogadores de aquello es malo y lo otro es bueno; por qué no dejar la libertad al hombre de elegir cuál cree lo justo, estamos cansados de vivir a costa del prototipo de conducta social esquematizada por otras personas que ya no están en el presente más que con sus obras, tal como señalaría Nietzsche que el filósofo enseña con el ejemplo ¿será que nuestros antepasados fueron perfectos? Entonces por qué tanta observación que esto está mal, debería de ser así, finalmente todo está mal, entonces el voluntario es una marioneta experimental para subir el ego al quien manda.
La mayoría de las personas terminamos finalmente en algo así como preguntar sobre la vida, esto es un rasgo existencialista con la voluntad de vivir tal es así las canciones siempre evocan a la vida, pensar existencial, poesía dedicado a la vida entre éstas y otras formas de la voluntad siempre termina en un concepto final de pensar por nosotros mismos. Ferrater Mora, en su Diccionario Filosófico (2002) dice: “Desde este punto de vista el origen del existencialismo se remonta solamente a Kierkegaard, el cual lanzó por vez primera el grito de combate: “contra la filosofía especulativa (principalmente de Hegel), la filosofía existencial”. Con ello abogó por un “pensar existencial” en el cual el sujeto que piensa – este hombre concreto y, como diría Unamuno, “de carne y hueso” – se incluye a sí mismo en el pensar en vez de reflejar, o pretender reflejar, objetivamente la realidad. Este pensar “existencial” que da origen al “existencialismo” es muy a menudo de tipo “irracionalista”, pero puede ser, si es menester, racionalista. En efecto, un pensador racionalista que incluyera su propio ser en su pensar, pensaría asimismo “existencialmente”. Esto es, por lo demás lo que sucedió con Sócrates, a quien Kierkegaard tenía muy presente.”
Con la premisa dada sobre los voluntarios y el pensar existencial extraemos algunas partes de la Revista Educación Nº 10-2010, donde hay detalles kierkegaardianos como la presentación de Olga Hurtado Ambrocio: “Algunos “viejos” docentes han criticado el poco trabajo que los docentes desarrollan en la actualidad dentro de la UNSCH; lo cierto es que los contextos son distintos; así como los estudiantes de ahora son más dinámicos y activos, los estudios también lo son.” Definitivamente hay cambios que dan crédito al materialismo histórico sobre la relatividad de las cosas como de la manera de pensar; sin embargo muchos nos hemos quedado con el parafraseo de que los tiempos antiguos fueron mejores; pues bien, todo tiempo fue mejor el problema es el contexto de la historia en la cual la misma historia jamás se repite.
Por otra parte está el artículo “Humor y Machismo en Taita Serapio” de Pío Rodríguez Berrocal, Educación Nº 10 (2010, 12) donde su existencialismo pensado o reflejado se evidencia, teniendo en cuenta un excelente análisis de Taita Serapio de Sócrates Zuzunaga. Rodríguez finaliza el artículo como artilugio reflexivo: “En fin, TS, (Taita Serapio, agregado) ´Preparado con hilarante fruición, seguramente entre risa y risa, este libro puede ser acogido como un puñado de píldoras contra los sinsabores y dolores que nos depara esta aciaga existencia… Y, por todo lo señalado, el libro es un testimonio del modus vivendi de los personajes pueblerinos andinos; quiénes, aparte de mostrar su machismo, fenómeno tipificado como una serie de actos violentos contra la mujer, plasman su fino humor socarrón, irónico, picaresco, fundamentalmente.” Efectivamente la existencia es aciago, puesto que todos se quejan de todo cuanto existe; sin embargo, no tratan de solucionar sus problemas existenciales y dejan el trabajo incompleto para otra generación, remedio infalible que debemos reírnos de esta vida, tomemos irónicamente a manera socrática la existencia y así terminará ahora o mañana para tener un reencuentro feliz con la naturaleza de la cual provenimos.
Los grandes artistas, compositores musicales, escritores dedicados a la literatura, poesía; también están bien arraigados con el fenómeno existencialista como lo sería Fiódor Dostoyevski, aportando a la literatura existencial. César Cárdenas Villanueva en su artículo “La Lectura Coral Como Estrategia Para el Dominio de la Lectura Apropiada de Poemas”. Educación, Nº 10 (2010, 14) establece sobre la poesía: “De la misma manera que el poeta carga un texto de toda una vivencia personal e histórica y las imprime sobre la historia literaria y así la altera, el trabajo del lector es descargar el texto en sus distintos niveles y entrar en él con su carga personal e histórica.” Las grandes literaturas universales reflejan la vivencia e historia personal de cada autor, es decir, su existencia en su real contexto histórico las cuáles son consideradas un fenómeno literal de vida. Cuál sería, entonces nuestra trascendencia existencial para otra generación, donde la lectura sea con carga personal e histórica para la futura generación a la cuál ya dejamos mucho trabajo.
La crítica, crítica de la crítica kantiana sería la mejor forma de personificar tal vez al presente artículo, pues no sea así por la razón cartesiana del logicismo dedicar a lo nuestro fundamentando el trabajo voluntario de cada uno de los articulistas en la Revista Educación Nº 10, coincidentemente fue de los voluntarios en escribir lo que piensan o reflejan en el sentido existencial; por su puesto, sin parangonar a ninguno de ellos en una u otra línea del pensar filosófico, rareza sutil de privilegio que algunos tienen espacios muy extensos en la revista sin respetar la homogeneidad de los profesionales participantes. María Flores Gutiérrez en su artículo “La Pérdida de Sentido”. Educación, Nº 10 (2010, 45) plantea: “El sentido de la vida se entiende como la toma de conciencia de los fines a los que se pretende arribar durante la existencia… la conciencia, como reflejo de la realidad, es conciencia de algo; es la toma de conciencia del mundo que rodea al hombre, de sí mismo, de los desafíos de vida que se le presenta como sus relaciones con la naturaleza y con sus pares, el trabajo, el poder, la vida, la muerte, la búsqueda de bienestar y otros que han de guiar las acciones hacia el logro de sentido.” Si la vida es un torrente de sin sentido a fiel estilo camusiano, entonces es sentido de vida la que vivimos ahora, sí el hombre nunca estuvo conforme con su naturaleza, la sociedad y su forma de pensar desde que evolucionó; también bíblicamente que por su propio problema fue expulsado del paraíso. Concluyendo tal vez que los desafíos de la vida para alcanzar el logro del sentido aparte de sus pares, sea: el trabajo, el poder, la vida, la búsqueda de bienestar; pues, sería el único camino de todos los voluntarios por vivir en esta relación naturaleza y sus pares, es la muerte.
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